Esta mañana, al llegar a clase, éramos uno más.
El viernes pasado, Pedro Jota, Juan Carlos, Miguel y unos cuantos chicos de la clase iban caminando en "alegre montoncillo" cuando, de pronto, se toparon con una rata asustada que no se movía de la acera.
Al instante se produjo una enorme conmoción: unos se acercaron; otros se quedaron paralizados; alguno de ellos salió corriendo y todos, absolutamente todos, se pusieron a gritar como energúmenos.
Cuando llegamos el martes y buscamos en Internet, resultó que Bolitas Darwin, que así lo había escrito Patro en la pizarra, no era un hámster sino que era ni más ni menos que... ¡una cobaya!
Pero volvamos a la tarde del viernes...
Una vez nos habíamos recuperado del susto, empezamos a pensar en qué hacer con aquel bichito tan simpático. Lo que ocurre en estos casos es que una noticia como esa vuela y, al poco rato, se unieron al grupo unos cuantos más. Allí apareció Irene que dió una de las muchas buenas ideas de la noche.
-¡Hay una clínica veterinaria 24 horas en el barrio! ¿Porqué no lo llevamos y lo dejamos allí? -dijo con la mejor de sus sonrisas y los ojos brillando detrás de sus gafas.
Y dicho y hecho, el alegre grupo se dirigió hacia la clínica. Pero allí les esperaba el segundo susto: ¡No era sitio donde dejar un hámster; sólo recogían perros y gatos! Menos mal que una veterinaria joven y simpática se compadeció del grupo y acertó a examinar al asustado bichito. Asustado sí que estaba, pero su estado de salud era bueno a pesar de que era apenas un bebé todavía. El grupo de salvamento respiró tranquilo y decidieron continuar con su aventura.
Aprovechando que sus padres estaban cenando en una bar cercano, decidieron buscar una caja adecuada entre los contenedores de basura para meter a Bolitas dentro. La metieron en su caja, la veterinaria les había comentado también que era "ella", le dieron agua y comida y decidieron guardarla en el trastero de Javi.
Y así acabó esa primera noche de emocionantes aventuras, con Bolitas descansando a salvo en el trastero, todos ellos mas contentos que unas pascuas ocultando su secreto y las familias completamente ajenas a lo que había pasado aquella noche en el barrio casi al lado de ellos.
Pasó el fin de semana con aires de clandestinidad, con los chavales haciendo viajes al trastero para visitar y alimentar a Bolitas. ¡Había que hacerle compañía para que no se sintiera sola! Y llegó el martes.
La entrada a la clase se hizo en silencio, cosa poco habitual, y todo el mundo se miraba y cuchicheaba esperando la llegada de la "sorpresa"... Pasados cinco minutos, apareció Javi con una caja de cartón y una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Bien, ha venido el hámster! -gritaron todos tan contentos... Y el grupo de rescatadores de hámsters perdidos nos contaron la aventura.
Nuestra "seño" callaba, oía y trataba de poner orden en la conversación intentando establecer un turno de palabra ante tanta algarabía. Los protagonistas hablaban, puntualizaban, añadían nuevos datos y matices a la historia; el resto de la clase escuchaba con gran interés y preguntaba sin parar. Nadie cayó en la cuenta de que la "seño" no se asomaba a mirar dentro de la caja; más tarde nos confesó que le daba mucho "repelús" acercarse a esos bichitos.
Un nuevo susto se produjo alrededor de las 10, precisamente cuando entró la profesora de Inglés y se enteró de la existencia de nuestra nueva amiga.
-¡Un hámster! ¡Eso es espantoso! No puede estar aquí. Hace unos años se trajeron uno al colegio, se escapó y estuvo perdido varios días. Lo encontramos en la biblioteca y se había comido varios libros. No puede estar aquí y mucho menos en una caja de cartón. ¡Acabará comiéndosela! -dijo muy, muy seria.
Se hizo un silencio sepulcral y todos hundieron sus narices en el libro en un intento de pasar desapercibidos para que no se llevaran a Bolitas.
A la vuelta del recreo, Mari Carmen se armó de valor y se asomó con mucho cuidado dentro de la caja.
-Pero, ¿qué ésto? ¡No es un hamster! -dijo. Mi sobrina tuvo una pareja de hámsters y eran mucho más pequeños. Y, aprovechando un hueco en su horario, se fue pitando a consultar una duda en Internet.
¡Le faltó tiempo para volver y decirnos con voz triunfal!:
-Eso no es un hámster, ¡es una cobaya y se hará mucho más grande, unos 25 centímetros aproximadamente! -dijo.
¡Vaya con la seño, siempre buscando cualquier excusa para darnos una clase adicional de Matemáticas! Más tarde pudimos comprobar que es muy lista y sabe de muchas, muchísimas cosas, pero de roedores sabe muy poquito. Veréis, veréis...
El jueves Laura trajo una jaula de cobaya que tenía en su casa. Hace tiempo ella tuvo una, pero no sé que fue del animalito. El caso es que tenía la jaula y se la prestó a Javi para que metiera allí a Bolitas.
Y la clase tuvo que dar el siguiente paso. Había que decidir el nombre de la mascota de la clase de 6º. Pedro Jota, Javi, Juan Carlos y Guillermo habían decidido llamarla Bolitas Darwin, pero había división de opiniones y muchos proponían otros nombres.
Una vez rebautizada la cobaya con el nombre de Bolitas de Sexto, se nos vino un nuevo problema el lunes: Javi había llegado a la conclusión de que no era una cobaya, sino que era un hámster.
-¿Y cómo es eso, Javi? -dijo la señorita ante la contundencia de su afirmación.
-Es que he leído que las cobayas tienen cinco dedos y no tienen rabo y los hámster sólo tienen tres y sí tienen un rabito. Bolitas tiene tres dedos y rabo -dijo Javi muy en serio.
Era eso o lo contrario, el caso es que no me acuerdo. Pero la señorita le escuchó con mucha atención, teníamos un control de Matemáticas y eso era lo que le debía importar a ella realmente, y le dijo con muchas prisas:
-Hay que seguir investigando, chicos. ¡Esto es realmente un misterio!
El reportaje fotográfico que Javi le hizo al día siguiente, nos sacó de toda duda: ¡Bolitas de Sexto, alias "Bolitas Darwin Perdido", Bolita de Sebo, Bomboncito de fresa y muchas cosas más, era un hámster de un color parecido al de ciertas cobayas! ¡Eso es lo que había confundido a nuestra "seño" que, está bastante claro, de cobayas y hámster no entiende casi nada.
Pero lo pasamos muy bien mientras transcurrió aquella semana, una semana casi mágica para todos. Y nos da igual, nuestra Bolitas hámster-cobaya es preciosa, la mejor mascota de la clase de 6º A.
Seguiremos informando o, como dicen en las películas, TO BE CONTINUED!
Preparando la casa de Bolitas
esta genial
ResponderEliminarLa idea de cuidarlo me parece genial y mis nietos: Javier y Marina lo están haciendo muy bien,poniendo mucho tesón,cariño y celo.Son los de la casa de acogida.
ResponderEliminarUn abrazo y seguir en esa línea,estoy orgulloso de vosotros.
Vicente
Pues, muchas gracias y enhorabuena por esos nietos con los que comparto bastantes horas al cabo del día.
ResponderEliminarLa verdad es que disfrutamos mucho trabajando y aprendiendo.
Un saludo
las cobayas pueden estar en una caja de carton¿? esque no tengo jaula :P jejejejeje bueno os agradezco mil que me contestaseis
ResponderEliminarAtte:Arthegan
vaya mierda de historia
ResponderEliminar